“Pasó por el mundo haciendo el bien”

La Quinta La Victoria , en el bello pueblo de Chía, presenció el nacimiento del niño Emilio de Brigard Ortiz el 15 de mayo de 1888.

Sus padres, Don Luis de Brigard y Doña Maria Josefa Ortiz, personas dignas y de gran sencillez, inculcaron en él principios que siempre le fueron reconocidos en todas sus acciones, en particular por su esencia de espíritu humanitario. Desde temprana edad este joven “apóstol” iniciaba su vocación por la Iglesia Católica encontrando en Dios su camino y en los demás su misión de vida. Sus estudios en el Seminario fueron seguidos por la ordenación sacerdotal recibida de Monseñor Herrera el 20 de octubre de 1911.

Unos meses después fue nombrado Capellán del Asilo de San Antonio. Al poco tiempo, viajó a Roma e ingresó al Colegio Pío Latinoamericano. Culminó sus importantes estudios graduándose como Doctor en Teología (1915) y Derecho Canónico (1917) de la Universidad Gregoriana.

Su larga carrera estuvo colmada de nombramientos, siendo los más significativos Capellán del Monasterio de la Visitación, Administrador de “El Catolicismo”, Director del “Dormitorio de Niños Desamparados” y Capellán del Gimnasio Moderno, entre muchos otros cargos que dejaron huella en el paso durante estas prestigiosas instituciones.

Esta larga trayectoria sin duda refleja la vida de un hombre íntegro y admirable, cuyos intereses de vida se destacaron en su interés especial por los enfermos, las familias menos favorecidas, como también por su preocupación diaria de mantener sacramentos del bautismo y matrimonio.

El Doctorcito, como cariñosamente lo llamaron es un ejemplo y una necesidad actual, especialmente para quienes hacemos parte de una humanidad en guerra, sufriendo constantemente la pérdida de valores.
Esto, para cada uno de nosotros, significa que debemos rescatar, mantener y preservar la imagen del hombre que dejó una semilla de amor y entrega, y que hoy es reconocido por muchos como un legado que supera un siglo de vida y transformación.