“Si no hubiese ganado la beca, no habría vivido muchas cosas… esto me permitió obtener muchas experiencias”.
Erika Natalia Ruiz hizo parte del grupo de becarios y becarias del Programa “La Grulla” durante 5 años, tiempo en el que estudió la carrera de Psicología en la Fundación Universitaria Konrad Lorenz. Cuenta que al principio fue fuerte para ella adaptarse al ambiente universitario, pues sentía que en el colegio todo es muy diferente, “se llega con muchos estigmas e inseguridades a la universidad, pero después uno se va dando cuenta de que allá la gente se preocupa por sus cosas y ya”. A pesar de ese traspié, Erika logró establecer buenas relaciones con sus compañeros durante la carrera.
Otra de las dificultades que enfrentó fue tener que cambiarse a la jornada nocturna para poder trabajar durante el día. A partir de quinto semestre inició su vida laboral para solventar sus gastos, lo cual representó para ella un cambio drástico porque “estaba acostumbrada a una metodología de estudio, a cierto tiempo, pero en la noche no es igual”. Sin embargo, encontró la motivación para seguir adelante con su carrera. Dice que su mamá fue la principal razón para continuar, así como recordar el esfuerzo que había hecho para ser una de las beneficiarias de “La Grulla”.
Tiene dos hermanas, una de ellas también es egresada de la Fundación Universitaria Konrad Lorenz, lo que influenció su entrada a dicha institución. Erika vive con su mamá, cuyo apoyo ha sido indispensable para alcanzar todos sus sueños. Recién graduada, cuenta que desea trabajar en el área social y que, más adelante, quisiera especializarse en psicología jurídica y ejercer en el exterior. Agradece a la Fundación Monseñor Emilio de Brigard por haber sido la puerta para poder cumplir su sueño de estudiar y ser profesional, resaltando la importancia del acompañamiento y de recibir apoyo continuo.
“La fundación es otra casa, porque cuando no encuentras apoyo en tu hogar, sabes que lo puedes encontrar acá”, son las palabras de esta joven a la que, desde la Fundación Monseñor Emilio, hemos podido acompañar en procesos arduos pero también de alegría y satisfacción.